lunes, octubre 20, 2008

Octubre.

Como siempre, el décimo mes es clave para mi. Octubre tiene un encanto particular, que quizá yo percibo -o invento- porque es el mes en el que nací, pero al menos todos dicen que las lunas de octubre son las más hermosas del año.... Estoy de acuerdo. El otoño sólo puede traer cosas hermosas.

Regularmente, solía cumplir cabalmente con la profecía de aquella amable mujer que dictaba "uno siempre se deprime una semana antes de su cumpleaños"; cosa que me parecía por demás absurda pero que, sorpresivamente, cobraba sentido días antes de mi onomástico. Pero ahora se invirtió: la expectativa de cumplir 30 años finalmente, de convertirme oficialmente en un adulto contemporáneo (jajaja) que ya no tiene pretextos para no madurar, condimentada con la efervescente excitación de la forma en como festejaría ese cumpleaños, impidieron que me deprimiera días antes, y en su lugar, el declive vino en cuanto pasó el concierto. Todo clímax es sucedido por una estrepitosa caída en picada.

Las cosas sólo tienden a empeorar, siempre he dicho. Y todo lo que está bien, podría estar mejor. Sí. Pero el sábado 18 de octubre fue, en la medida de lo que la realidad puede ofrecer, totalmente perfecto.

Ver de nuevo a Trent Reznor en vivo, después de que por muchos años creí que jamás se dignaría a pisar tierras aztecas, es como un doble premio. Pagar tan poco por verlo, es plusvalía. Ver en el mismo concierto a otros grupos chingones como Stone Temple Pilots, resulta una ganga. Estar en primerísima fila sin sufrir el efecto New's Divine de plano empezaba a sonar extraño, y la presencia de mi compadre Benja junto con mis amigos ahi multiplicó mi felicidad; pero disfrutar de ese concierto entre my Beautiful Liar e Isai, eso sí que no tuvo precio. Y todo en el marco de mi cumpleaños número 30: disparó mi sospechosismo hasta niveles extraterrestres.

El concierto fue todo un regalo: un espectáculo de luces y música como sólo Reznor sabe hacerlo, tan cerca su exquisita anatomía, tan provocadora su lengua deslizándose por sus dientes en tamaño gigante, que jugara con las expectativas del público es siempre una irreverencia irresistible; brincotear con Wish y March of the Pigs al unísono con mi Liar, sostenida de sus caderas y de la reja -y tener espacio suficiente para hacerlo-; que no lloviera como se preveía... No podría haber pedido más. Los planetas estaban alineados. Debieron estarlo, porque todo fue tan grandioso que no me lo explico de otro modo.

Octubre siempre fue bello. El de 2008, fue eXXXtraordinario.