Siempre es una delicia mirarte mientras te conviertes
en magma entre mis piernas, pero el mejor momento, el que traspasa la dura
frontera de la genitalidad y llega hasta la ontología, es ese glorioso instante
en que colocas las manos en tu nuca, las entrelazas, relajas tus caderas para
ceder el movimiento a las mías y sonríes.... esa suave tilde que se dibuja en
tu rostro transforma toda mi lascivia en una cálida certeza de estarte haciendo
feliz....