martes, mayo 26, 2009

Madrugada

No puedo dormir.
No quiero dormir.

La noche siempre me parece demasiado buena para desperdiciarla durmiendo, y el día demasiado lánguido para soportarlo despierto.

El miedo no ayuda.
El hambre tampoco.
La ansiedad es el gatillo del insomnio.

La inseguridad que dejan mis demonios cuando me hablan todos al mismo tiempo, me ha robado el sueño últimamente.

Tu cuerpo desnudo a mi lado tampoco ayuda.
Tu piel grita ¡Bésame!
y yo podría perder el sueño del resto de mis noches obedeciéndole.

Ya maté dos escarabajos (de esos idiotas que chocan por todas partes).
Ya desapareció la cucaracha que iba a matar también: encontró los restos de un escarabajo y los llevó a casa, para cenar en familia.
Ya vi una bolsa de plástico moverse sola.

Ya me sumergí en tus motivos ocultos, sin poder des-cubrirlos.
Ya hasta se quitó el calor.
Ya intenté trabajar -sin conseguirlo, por supuesto-.
Ya hasta se me está yendo el hambre.

Ya busqué justificaciones reales para mi afán de huir y cumplir con mi fatal destino (manifiesto), para luego quejarme de él.
Sólo encontré una, pero no suficientemente contundente.

Y sueño sí tengo, pero mañana regreso a mi estanque y no quiero pasar dormida las últimas horas que me quedan con tu privacidad.
Al menos de ésta semana.

Desearía que mi piel sudara uno de esos brillantes poemas que escribes.
Ojalá yo no hubiera sido secuestrada, al nacer, por el miedo.
Desearía no pasar la madrugada buscando pretextos para escapar de quien amo.

Entonces podría dormir como anoche, adherida a tu corteza y babeando tu tronco.
Enramada.

Entonces dormiría como quien no teme perder tiempo porque no teme morir,
no espera despierto a la muerte cada noche.

1 comentario:

Mario dijo...

No se de que manera llege a esta pagina, pero este poema me gusto mucho siento que reflea sentimientos encontrados y de alguna manera me senti identificado, bueno me despido suerte con el blog lo visitare mas seguido ;)